Como sabemos, la violencia es dañar a alguien o algo vivo o no. Hay diferentes tipos y grados de violencia: física o psicológica, política, económica, religiosa, ocasional o reiterativa, autoinflingida, accidental, etc.
Hay violencia en la naturaleza cuando los depredadores cazan, hieren, matan y se comen a sus víctimas, o cuando se producen terremotos, tsunamis, tornados, fuegos forestales, etc. que destruyen y hasta ocasionan muerte. Y, por supuesto, la hecha por las personas.
Sobre la violencia humana que termina en muerte podemos decir lo siguiente:
En primer lugar, todos somos capaces de violentarnos ante las agresiones, ocasionales o simultáneas, pero no todos reaccionamos desproporcional o hasta criminalmente, eso depende de nuestra personalidad y capacidad de resistencia y respuesta.
En segundo lugar, para matar a otro ser humano, dentro o fuera del hogar, hay que dejarse llevar por la frustración, la codicia, la envidia y el odio.
En las calles, hay delincuentes avezados, que por poco o mucho dinero, matan cobarde e inmisericordemente a sus desaventajadas víctimas innecesariamente o por mero placer sádico usualmente con alguna arma de fuego. En cambio, los militares, policías y guardias privados son entrenados para enfrentar al enemigo y eliminarlo solo cuando sea necesario sobre todo para proteger a posibles víctimas o en defensa propia.
En tercer lugar, para poder disparar contra otro ser humano hay que poseer un arma obtenida legal o ilegalmente. Para comprar un arma lícitamente se tiene que pasar exámenes psicológicos como los pasados por más de un homicida y al parecer son muy limitados e imperfectos. Y si algún delincuente quiere obtener un arma sin examen alguno le basta con comprarla en algún “mercado negro”.
En cuarto lugar, nuestro país, no solo está en pos de ser parte del llamado mundo desarrollado debido a su creciente Producto Bruto Interno, sino que con los terribles y reiterados asesinatos cometidos por ladrones y sicarios, Lima y Trujillo están subiendo puestos en el infame grupo de las ciudades latinoamericanas más peligrosas.
En quinto lugar, para detener estos ataques violentos contra la vida de los ciudadanos es necesario que el gobierno idee y ejecute un plan de prevención y respuesta incluso militarizado.
En sexto lugar, para que no se repitan estos luctuosos sucesos debemos organizarnos, levantarnos como sociedad para reclamar la acción preventiva y punitiva del Estado, buscar cambiar nuestra educación, etc. en pos de mejorar nuestra calidad de vida y luchar por tener una sociedad más justa y equitativa.
Y en séptimo lugar, los medios masivos de comunicación tienen la gran oportunidad y responsabilidad de enseñar o no valores que promuevan el respeto y la dignidad y no lo contrario, que conlleva a la violencia, atraso y muerte.
Sino buscamos resolver nuestros problemas, no saldremos de nuestra decadencia y estamos destinados a que más asesinatos de hombres, mujeres y niños se repitan.
(Actualizado 3.3.24).
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