martes, 20 de octubre de 2009

Sobre el Aborto


El primer aborto por necesidad e ignorancia, el segundo por estupidez, 
el tercero por maldad.
Anónimo

El problema fundamental del aborto –la obstrucción del desarrollo o la eliminación del embrión o feto dentro del vientre materno– puede resumirse en que si su práctica adrede implica intrínseca o fácticamente el asesinar o no (1) a un ser humano o a una persona. Para ello es menester tener una concepción de lo que es la vida humana. Para algunos ella empieza justo en la concepción, en la unión del espermatozoide con el óvulo, para otros cuando el feto adquiere ciertas características humanas –cuando su sistema nervioso emite ondas cerebrales, por ejemplo–.
Pero así como una semilla no es una planta, o un huevo no es un pollo, un niño no es un adulto. Sin embargo, el óvulo fecundado tiene la capacidad de ser una mórula, ésta un embrión, éste un feto que podría nacer como bebé.

Diremos que quienes quieren realizarse un aborto de sean deshacerse del futuro ser por venir, por cuestiones netamente prácticas, ya que lo consideran un problema o una traba, sea para (poder) seguir estudiando o trabajando, para contraer matrimonio y sus respectivas responsabilidades más tarde, o simplemente para continuar «gozando» de la vida, divirtiéndose sin casarse por obligación. Esto es, no se quiere al nuevo ser, no se desea tenerlo y de ahí se plantea la libertad y el derecho de elección a ser madre o no. Pero esto dicho así, de una manera tan simple, implica otras cosas. Hay quienes sí quisieran que el embarazo continúe, tener el hijo y que les gustaría ser padres, pero se sienten muy inseguros por diversos problemas o carencias, sobre todo de índole económica o psicológica.

El aborto es simplemente una consecuencia de otras más: un embarazo no deseado, un compromiso emocional no querido, una responsabilidad que no se desea o puede asumir. Esto significa que se llega al embarazo y luego al aborto por haber tenido: a) relaciones sexuales de forma voluntaria y no haber usado anticonceptivos o usarlos no correctamente, o b) de manera involuntaria como producto de la fuerza y el abuso en una violación (2).

Ergo, se podría evitar el embarazo no deseado y por ende el aborto, en primer lugar, con una adecuada educación sexual realista y ética, dentro de la familia y en la escuela, que podría ayudar a prevenir embarazos no deseados en el futuro (pero una vez más, la pasión muchas veces domina la razón). Y para evitar los abusos sexuales, los padres deben proteger constantemente a las menores, nunca dejarlas con extraños, y aconsejar a las mayores (que ya saben de lo que se trata) a que sean cuidadosas con quienes se involucren.

Claro está, una sociedad educada, vital, moderna, equitativa y sincera –no ignorante, tanática, atrasada, pobre ni hipócrita– propiciará unas sanas y libres relaciones sexuales y no alentará, por un lado, la predominancia de la desigualdad, la miseria o el desempleo ni, por el otro, la aparición de violadores, degenerados, enfermos mentales o acomplejados, seres incapaces de iniciar o mantener una relación normal con una persona del sexo opuesto (aunque es inevitable que siempre haya algunos de los tales). 

Pero en países como el nuestro es obvio que muchas mujeres abortan empujadas por problemas económicos (en los industrializados, la vida de las madres, los hijos, la familia, de los seres humanos en general –e incluso la de especies en peligro– está protegida y asegurada, pero igual se puede abortar legalmente). Y no solamente las solteras o las estudiantes, sino también las casadas y con otros hijos buscarán el aborto como una medida desesperada ante sus limitaciones económicas. Son estas últimas las que han comprobado lo difícil y dura que es la tarea de traer un niño a este mundo a pesar de tener un marido a su lado. En un medio donde el nivel de vida es caro y donde a la vez los salarios y sueldos «decentes» escasean, mucha gente es empujada a vivir en la miseria y, por ende, a no disfrutar de una vida sana y normal.

En nuestra opinión, en sociedades como la nuestra donde el aborto es ilegal, éste es visto, por un lado, como el asesinato de un ser indefenso, o, por otro lado, como un «anticonceptivo» o «método de planificación familiar» drástico que conlleva toda una carga negativa y es la mujer quien la recibe sobre todo (el cigote, la mórula o el feto no es consciente de eso). Por ello, es indispensable y urgente una extensa y muy bien informada educación sexual para así llevar una adecuada y realista planificación familiar.

Pero desgraciadamente, la Iglesia Católica, la religión predominante en Iberoamérica, condena el uso de los métodos preventivos «artificiales» químicos o físicos pues intervienen en el uso natural del sexo «creado por Dios» para «la reproducción en amor» del género humano. Sin embargo, en la realidad:

• muchos son católicos por tradición más que por convicción (y así no siguen los preceptos papales);

• no siempre se tiene sexo y amor a la vez; y

• en la vida humana usamos mucho los artificios (3).

Conclusiones

Entonces podemos concluir que el sexo:

• es un tipo de reproducción por medio del cual se preservan las especies vivientes sean de tipo uni o pluricelular.

• mientras más compleja sea la especie más sofisticada será la manera de apareamiento.

• en el ser humano es variadísima su expresión justamente porque su conducta es mínimamente instintiva y máximamente aprendida.

• es por sí mismo tanto para hombres como mujeres una fuente de mero placer físico y psicológico pero también displacer cuando se le involucra con otras esferas de la vida.

• en los varones y las féminas puede aumentar o descender la intensidad del deseo que provoca dependiendo de las circunstancias –estímulos, edad, tabúes, costumbres, etc.–.

Notas

(1) Hablamos así pues en lo que se refiere a lo legal es relativo. Por ejemplo, en casi toda Europa, Canadá, EE.UU., Guyana, Uruguay y Argentina no es un delito abortar sea por enfermedad o por no desear al hijo o hija por venir y en Paraguay, Venezuela, Guatemala, el Perú y Costa Rica sí (salvo que la salud o la vida de la madre esté en riesgo).

(2) Y claro el aborto al ser delito en países como el nuestro se tiene que practicar furtiva y subrepticiamente, no pocas veces en malas condiciones y con ayuda poco profesional, sobre todo en aquellas mujeres que no tienen mucho respaldo económico.

(3) Incluso el Papa Juan Pablo II, cuando fue baleado, fue tratado con fármacos y se sometió a cirugía. Quizá en el presente siglo las mentes y las cosas cambien y la política eclesial acepte los métodos anticonceptivos no naturales, el sacerdocio femenino y los sacerdotes casados, en beneficio de sus seguidores.

La Iglesia debe adaptarse a la realidad pues, a pesar las actuales prohibiciones muchos católicos usan anticonceptivos artificiales, hay curas con mujer e hijos y se sabe de monjas que han dicho la misa y aun administrado sacramentos en lugares donde no había sacerdotes. En 1996, el papá Juan Pablo II reconoció la teoría de la evolución oficial y directamente. De esa forma, una vez más, respeta los descubrimientos de la ciencia al final de cuentas –al menos en ese aspecto–, cosa que no hacía en el pasado si iba contra sus dogmas, como es bastante conocido.


(Publicado originalmente en: Paz y Miño, Manuel Abraham: Cómo disfrutar mejor el sexo, el amor y el matrimonio. Lima: AERPFA, 1998).

domingo, 18 de octubre de 2009

Los problemas de la vida humana


La vida de los seres humanos es muy parecida y a la vez muy diferente a la de los otros seres vivientes. Como tales nos alimentamos para nutrirnos y desarrollarnos, nos protegemos de las inclemencias del clima, nos enfrentamos en ocasiones a depredadores (en nuestro caso incluso de nuestra propia especie), padecemos diversas enfermedades, nos reproducimos y, por supuesto, morimos.

No obstante, el cómo nos conducimos en la vida, la conducta humana, básicamente es aprendida y, por lo tanto, distinta a la de los animales. En ese sentido aprendemos casi de todo: la manera de comer, de caminar, de hablar, de relacionarnos con los demás y hasta de sentir. En cambio, los (otros) animales están programados genéticamente--producto de millones de años de evolución—para tener determinado comportamiento. Las aves se comportan como aves, los felinos como felinos, los canes como canes, los simios como simios (Claro está que se les puede enseñar algunas cosas limitadas o rutinas repetitivas y punto).

De otro lado, los seres humanos pueden llegar a tener un tipo de comportamiento destructivo o constructivo, en contra o a favor de la vida. Por supuesto que los demás animales también pueden llegar al canibalismo para sobrevivir (o cuando es más evolucionado por frustración). En el caso del hombre sabemos que muchas veces puede dañar a los demás por mero placer sádico.

Como seres capaces de razonar podemos ser muy conscientes de la finitud de nuestras propias existencias, capacidades y posibilidades. Y al mismo tiempo saber no sólo de nuestras virtudes morales, habilidades o capacidades positivas o constructivas sino también de nuestros defectos e incapacidades.

Lo ideal e idóneo sería ser adiestrados y enseñados desde muy temprano en los grandes problemas de la vida, o en todo caso aprender de nuestros errores y equivocaciones. Desgraciadamente general y normalmente no es así. Aprendemos dura y severamente a través de la experiencia, e incluso torpemente podemos seguir cayendo en el yerro. Muchas veces nos complace dañar a otros sino abierta, encubiertamente, pensamos o hablamos mal de ellos, nos acostumbramos a no mejorar como personas, dejamos de hacer el bien que podemos hacer, no compartimos lo que tenemos, nos duele que a otros les vaya mejor que a nosotros, malgastamos nuestro tiempo en necedades, discusiones vanas y relaciones infructuosas y hasta perjudiciales, mentimos o nos mienten, no vivimos la vida realmente como es, vivimos ilusionados pensando que si en esta vida no nos ha ido bien nos irá mejor en la otra, nos acostumbramos a practicar una serie de ritos mágicos y prácticas supersticiosas pensando que así las cosas nos saldrán mejor, dejamos de ser felices pudiéndolo ser, etc., etc.

Nuestra vida finalmente puede transcurrir más desgraciada que dichosamente al fin y al cabo. Pero téngase presente que no basta la voluntad propia ni la ajena para que la vida sea así o asá. Siempre hay otras circunstancias sociales favorables o desfavorables o aun naturales difíciles de controlar o que nadie puede hacerlo. Dependiendo de aquellas en las que estamos y de nuestro criterio personal podemos elegir seguir una carrera, conseguir un empleo, a quién tener a nuestro lado tanto sentimental como amicalmente, a qué credo religioso o político pertenecer, etc. No obstante que las sociedades son distintas, unas son más desarrolladas que otras, podemos elegir hasta cierto, a pesar de las limitaciones y carencias. No estamos condenados a la derrota y la infelicidad. No importa la edad, no importan los fracasos anteriores, mientras la vida continúe podemos elegir, podemos ser mejores de lo que somos hoy. Pero para eso hay que intentarlo diaria y esforzadamente, no basta con pensarlo o desearlo. Y si tenemos una guía racional, sería mucho mejor.

viernes, 16 de octubre de 2009

Violencia de género: víctimas y victimarios

La violencia es un fenómeno natural y social. En la naturaleza se da entre los seres vivos donde los más fuertes matan y comen a los más débiles, y a través de los fenómenos climáticos que azotan el mar, la tierra y el cielo. En la sociedad se manifiesta en las agresiones, los asesinatos adrede o no, dentro o fuera de casa, y las guerras donde todos, hombres, mujeres y niños sufren en mayor o menor grado.

En todo el mundo hay violencia contra las representantes del “sexo débil” y los del “tercer sexo” (homosexuales, transexuales). Se da especialmente donde hay más pobreza, ignorancia, frustración y donde no hay leyes que los protejan o funcionen. Por lo general en esas condiciones, los varones tiene más poder económico (además de físico) que las féminas y así pueden abusarlas –pero claro, si algunas han aprendido defensa personal o ganan buen dinero la cosa puede cambiar, e incluso a veces ellas puede ser las violentas.

Muchos de los asesinatos pasionales ocurren en casa donde una pareja puede estar conviviendo, incluso por años, en conflicto y maltrato corporal o mental en una relación insana cimentada por las limitaciones económicas, los prejuicios, las obsesiones o la mera costumbre. O simplemente los crímenes se dan por locura temporal incluso entre gente educada y acomodada. Las posibilidades de asesinato aumentan si en el hogar se tienen armas de fuego pero basta con tener cuchillos de cocina.

La violencia, como es sabido, también puede ser psicológica y así puede ser ejercida tanto por hombres como mujeres en sus respectivas parejas y, peor, en su prole si la hubiera. Se evidencia a través de gritos, groserías, burlas, mentiras y demás faltas de respeto. Además hay quienes ejercen violencia psicológica al seducir y engañar a otras personas ilusionadas con haber hallado un supuesto amor sincero.

Hay parejas que no deben seguir juntas no sólo por su propia salud o supervivencia sino también por la de sus hijos. Ciertamente la convivencia entre dos personas no es fácil pero la misma cuando es perjudicial –al menos para una de ellas– no debe ser para siempre por más que se crea eso de que “hasta que la muerte nos separe” y que, por desgracia sucede no pocas veces, no sólo de forma natural sino por la mano del hombre (o la mujer).

No importa quien ejerza violencia física o psicológica, si la víctima sabe lo que le conviene deberá terminar esa relación patológica antes que sea tarde –salvo que sea muy débil, acomplejada o perdonadora para no buscar iniciar otra que pueda ser mejor.

La cosificación y la alineación son evidentes en quienes no saben o aceptan la realidad concreta que el amor no es eterno y que la atracción sexual y el enamoramiento de una tercera persona es una realidad siempre latente –sobre todo después de unos años de relacionarse y/o convivir.

Por otro lado, la consideración de la mujer como mero “objeto de placer” para el hombre, alentada por los medios, sumada a una mala interrelación social, los deseos insatisfechos y la capacidad de someter a los débiles propicia que ciertos individuos violen sexualmente a mujeres, o peor aún, adolescentes o infantes. Claro está, una alternativa menos oprobiosa sería pagar a mujeres para tener relaciones –también hay varones que ofrecen estos “servicios”–.

Detrás de todo esto está la ideología ancestral del machismo, la creencia que las mujeres (y quienes busquen parecérseles) son inferiores a los hombres y, por eso, deben ser desvaloradas, burladas, golpeadas y abusadas sino no complacen u obedecen a estos.

viernes, 2 de octubre de 2009

La mentira y el pensamiento racional*





La necesidad de vivir engañados

Así como en todo mercado hay vendedores y clientes, muchas veces todo engaño es un autoengaño: hay quienes engañan y hay quienes desean fervientemente ser engañados o que no ven la diferencia entre sus sueños e ideas y la cruda realidad. El hombre viejo al cual se le entrega una mujer joven puede creer que ésta lo hace por amor cuando en realidad ella lo hace por algún interés subalterno (dinero, poder, prestigio, vanidad, etc.). También un hombre normal y decente puede auto engañarse al pensar que su amada (una mujer falsa, una prostituta o un travesti vividor que desea su dinero o bienes) sea también honesta como él, o peor aún, que lo ama tanto como él a ella. Es un gran negocio el aparentar, el atraer, sea por medio de la moda o la cirugía plástica siguiendo ciertos estereotipos alentados en gran manera por los medios de comunicación masivos. Y esto aunado a la necesidad de amar y ser amado o simplemente de desear y ser deseado puede empujar a muchos a un mundo quimérico e ilusorio.

Y la urgente necesidad de resolver dificultades económicas o de superar problemas psicológicos y de salud puede empujar a muchos a aceptar cualquier creencia que se les presente por más irracional, engañosa y extraña que sea. A muchísimos les preocupa que sus problemas diarios como también los serios y extraordinarios --como el peligro de morir por alguna enfermedad grave- sean resueltos o que tengan buen final, a los padres de familia les interesa que sus hijos sean buenos ciudadanos o que les vaya mejor en la vida que a ellos, a los hijos que sus papás les entiendan y ayuden, a los obreros y empleados mantenerse en sus puestos de trabajo, al estudiante aprender más y mejor o sacarse una nota aprobatoria, a la novia o novio que su pareja le ame o al menos que le sea fiel, a los militares que sus respectivos países ganen la guerra en caso de conflicto bélico, etc., etc. Y muchas veces tales circunstancias problemáticas son afrontadas de modo religioso, o sea, invocando socorro del cielo, rezando u orando a Dios, pidiéndole ayuda, que es lo que casi todas las religiones del mundo han enseñado a la humanidad.

Algo muy semejante pasa con aquellos que llevan una crucifijo o un rosario, una pata de conejo, una determinada piedra -como el cuarzo- , una pulsera de metal, cierto color de vestimenta -como ropa interior amarrilla para recibir el nuevo año- , una planta de sábila detrás de la puerta de la casa, o que hacen ciertos gestos, ademanes y acciones como persignarse al pasar por un templo o al retirarse de sus casas e ir al trabajo y viceversa, el cruzar los dedos índice y medio, el golpear madera, el no pasar debajo de las escaleras, el evitar a toda costa no romper espejos ni cruzarse con un gato negro, el dar alguna limosna, etc., etc. Todas ellas quieren que les vaya bien y evitar el mal con la ayuda de ciertos objetos, partes de animales y realizando ciertas acciones, creen que obtendrán algún poder o protección de naturaleza misteriosa.

Así se puede vivir simultáneamente en un mundo injusto, duro y miserable y a la vez soñar con uno paradisíaco y celestial donde el verdadero ser está en el más allá supramaterial, incorporal e inmaterial. De ahí a la alienación mental sólo hay un paso.

Pero también las circunstancias existenciales que rodean nuestras vidas pueden hacernos recurrir fácilmente a los mitos aprendidos en nuestra niñez y no sólo cuando estamos desesperados sino también para usarlos para entender el mundo, el bien y el mal que ahí encontramos.

Sea que se tenga una creencia irracional de tipo religioso o paranormalista en el mercado social de las mentiras no sólo hay clientes de ellas sino también sus vendedores.

Contrátese un auditorio grande como un cine o un estadio o simplemente uno para 50 o 100 personas, conózcase algunos versículos bíblicos o dígase algún discurso sobre la destrucción y salvación del mundo por parte de Dios o los extraterrestres, háblese de los problemas y las angustias de la vida y de la vida de ultratumba, ofrézcase soluciones y curaciones milagrosas, cóbrese un óbolo “voluntario” para la “gran obra divina” y ya se estará ingresando al gran negocio de las sectas religiosas.

Alquílese una pequeña oficina, ofrézcase la lectura de los astros o del tarot de lo que se espera suceda con el amor, el dinero y la salud, curaciones de enfermedades con masajes con conejillos de indias, piedras, flores, música, etc., o con la simple imposición de manos, y ya se habrá entrado al negocio de lo paranormal.

En ambos casos el vendedor para que tenga éxito como en cualquier otro negocio debe tener un discurso convincente y carismático que atraerá a más clientes (es decir, víctimas).



Protegiéndonos de las mentiras y los (auto)engaños

Finalmente entonces ¿qué hacer para evitar las mentiras, los engaños, las hipocresías, las adulonerías, los embustes, los fraudes, las falsificaciones y demás falsedades?

En primer lugar si no queremos practicar tales acciones ni ser sus esclavos debemos aprender a confiar en nosotros mismos, a ser fuertes psicológica y materialmente, independientes y autosuficientes hasta donde sea posible. Debemos cultivar la sinceridad así como el coraje en el vivir así como el indispensable pensamiento crítico que debe ser racional, lógico y científico (para eso es bueno leer literatura, filosofía y ciencia o ver buenos documentales educativos).

Tal sinceridad nos ayudará a aceptar lo que somos así como el coraje en la vida nos enseñará a evitar autoengañarnos y engañar a otros, tal forma de pensar nos acostumbrará a no aceptar cualquier afirmación de buenas a primeras, nos entrenará para dudar y buscar alternativas de explicación con sustento racional y empírico, nos alejará más de la práctica de la mentira haciéndola innecesaria a ésta (excepto cuando es indispensable por consideración misericorde o para salvar alguna vida). Lo ideal es aprender a pensar críticamente desde niños para así afrontar mejor los problemas de la vida y elegir las mejores alternativas que se nos presenten.

En segundo lugar si no queremos que otros las practiquen en nosotros debemos estar constantemente alertas, no ser ingenuos ni confiar de buenas a primeras en todo lo que se nos dice ni mucho menos en las apariencias. Además es algo indispensable el conocimiento de nuestras propias debilidades y fortalezas, así como gustos y desagrados, de esa manera estaremos listos a no creer lo que nuestro corazón ansía tanto creer no importándole que sea incluso algo ilusorio y hasta inexistente o, peor que nos empeore la salud física y emocional o hasta nos lleve a la quiebra económica.

*La versión original apareció en Paz y Miño, Manuel A.: Ethos: ¡Vivamos mejor! Una introducción a los problemas de la vida. Lima: AERPFA, Serie Eupraxofía, 1999,  y otra más larga fue leída el 8 de noviembre del 2005 en el X Congreso Nacional de Filosofía del Perú: "Filosofía, caos y crisis social" en el Cuzco y el 5 de agosto del 2006 durante el II Congreso Iberoamericano de Pensamiento Crítico: Impacto social del dogmatismo y el engaño en Ciencia, Religión, Política, Economía y Medios de Comunicación en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos).